El personaje del pícaro en la literatura iberoamericana

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Resumen

El pícaro hispano, su comportamiento e influencias en otras literaturas, ha sido estudiado hasta la vastedad. Desde el Libro de Buen Amor y La celestina hasta la tradición que impusieron Lazarillo de Tormes, Guzmán de Alfarache y La vida del Buscón, la picaresca española ha tenido una inobjetable inserción universal en los estudios humanísticos. La proyección de ésta en la literatura latinoamericana tiene sus concreciones en obras en las que sobresalen peripecias semejantes a las del personaje peninsular. Sería insensato y anacrónico hacer el estudio de la picaresca de nuestro tiempo en América Latina, siguiendo las pautas del modelo español. El pícaro latinoamericano, perdida su estirpe en el hibridaje cultural desde la colonia a nuestros días, presenta obligatoriamente un comportamiento distinto. Su aventura sacará provecho de la turbia historia que posibilitó en el siglo XIX la conformación de la repúblicas americanas. Inserto en la complejidad de estos procesos alcanzará su ascenso social y una legitimación que lo llevará a posesionarse de un nuevo espacio: de las instituciones públicas a los estratos donde las decisiones políticas exhiben los caprichosos como ininteligibles pliegues del poder. De ello dará cuenta la literatura contemporánea, lo que se evidenciará en obras picarescas como Memorias de un vividor, de Francisco Tosta García; Las divertidas aventuras del nieto de Juan Moreira, de Roberto Payró y El recurso del método, de Alejo Carpentier, entre muchas otras.